La película titulada “Bolívar, el hombre de las dificultades”, del
director Luis Alberto Lamata, inscrita en el género de Drama, proyecta la vida
del libertador Simón Bolívar desde la perspectiva del hombre como ser humano,
con sus características positivas y negativas. En este caso se trata de un
Bolívar con sus debilidades y angustias, que lo imbuyeron en pensamientos muy
negativos sobre su existencia por cuánto llegó a pensar hasta en su muerte.
En la película se plasma uno de los años más emblemáticos de la vida del libertador (debe recordarse que
el título de libertador le fue otorgado a Bolívar el 14 de octubre de 1813, después
de la Campaña Admirable). Se trata del año que va desde mayo de 1815 hasta mayo
de 1816 y donde se revela a Simón Bolívar como el hombre sin uniforme, al
hombre que tuvo salir al exilio en Jamaica, al hombre que se enfrenta a la
soledad y a la penuria y, en definitiva, al hombre que, aún joven (tenía 32
años) creía que había fracaso en su intento por liberar a nuestra patria del
dominio del colonialismo español.
Hay que precisar que este año entre 1815 y 1816 es la consecuencia del
fracaso de la Primera República de 1812 y de la Segunda República de 1814.
1815 es un año que en medio de esa circunstancia no obstante, Simón
Bolívar logra escribir su famosa Carta de Jamaica del 6 de septiembre de 1815,
por cierto, sin libro alguno de
consulta y sin haber recorrido todavía los países del sur allí hace un diagnóstico de la
realidad de las colonias hispanoamericanas y plantea la necesidad de la unión
de estas repúblicas para poder avanzar por el camino de la independencia y de
la soberanía.
Bolívar, el hombre de las dificultades, de acuerdo a lo proyectado en la
película del director Lamata, lograría sobreponerse por encima de los
sinsabores y de las dificultades para seguir batallando por la tan anhelada independencia
del dominio español, para lo cual, como también se plantea en la película, era
fundamental la libertad de los esclavos, condición exigida por Alejandro Petión,
prócer haitiano y quién le insistiría al libertador que la esclavitud no era
buena consejera y por tanto había que abolirla.
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